miércoles, 22 de enero de 2020

El despertar



El despertar


Ed Long  y Damien Glonek comenzaron sin darse cuenta con el monstruo que hoy es Living dead dolls en 1998, en New Jersey. En ese entonces yo tenía doce años, el mundo de las comunicaciones globales estaba a pocos años de desarrollarse, pero aún extremadamente limitado y, por supuesto, no tenía forma de saber de su existencia. De hecho, ni siquiera tenía idea de la identidad que estaba moldeando.

La clave fue mi año sabático, ese ocioso y, afortunadamente corto ciclo hasta que me decidiera qué quería que fuera mí (como si lo hubiese sabido, alguna vez) y que llenaba mis horas en la búsqueda de algo que me identificara, que me liberara de ser plano, incoloro y otorgara un sentido a mi nombre.

Tenía entonces dieciocho años cuando por fin llegó el mundo de la banda ancha a Argentina (seguramente tarde, como llega todo acá) y me vi frente a las puertas de las infinitas posibilidades que ofrece el mundo en red (imagínense ahora, si entonces ya era infinito) 

Las redes sociales, si no existían, eran limitadísimas y aburridas, no existía la interacción directa con personas salvo en contados espacios como myspace o fotolog (¡Cuánta vejez!) Es por eso que uno se valía de sus dotes para la investigación en sitios de interés y buscadores para encontrar las diferentes entradas a aquello que despertaba la atención (no, no había hashtags ni tanto control que te sugiere publicidades o productos según lo que investigan de vos) Los blogs eran una gran herramienta y fue así cuando, desde el momento en que aterricé en el oscuro mundo del cuestionamiento existencialista que brindan algunas filosofías en conjunto con la estética de horror, la literatura y música gótica encontré en algún que otro portal de la cultura oscura una reseña de estas muñecas. Cada una de ellas era tan fascinante como inalcanzable. Pasaba horas mirando una por una, leyendo sus poemas, sus historias y lamentándome no trabajar y vivir en un país latinoamericano que en ese entonces ya soñaba más de lo que vivía (ahora multipliquen eso por mil)

¿Qué hacía entonces? No me avergüenzo de decirlo: Creaba las mías propias con cartapesta ¡Eran tan feas, y tan hermosas a la vez! Dedicaba horas a hacerlas (imagínense, no estudiaba, no trabajaba... tenía todo el tiempo del mundo que no gastaba socializando) las pintaba, las guardaba prolijamente... y así las mantuve hasta que hubo que salir a la vida, hacer amigos, estudiar una carrera, ponerme de novio, recibirme, trabajar, sufrir las consecuencias de elegir relacionarme con malas personas y los años pasaron y pasaron y el recuerdo de las Living dead dolls se fue enterrando a medida que fui creciendo (por dentro, por fuera ya me quedé así)

Trece años después me encontraron ya con 31 años, trabajando, ganando medianamente bien para sostenerme, con amistades más sanas y un noviazgo de lo más parecido a lo ideal. Una suerte de llamado tardío despertó en mí para recordarme de aquellas criaturas... y dije "Un momento... ¡Ahora trabajo! ¡Ahora gano mi propio dinero y puedo gastarlo en algo tan loco que todos van a pensar que soy un inmaduro! ¡Pero yo sé que no lo soy! ¡Y que siempre quise tenerlas! ¡Es el momento!" Estaba con mi novio cuando aquel despertador irreversible sonó en mí y me llevó corriendo a la PC, mi querida y vieja fuente de conocimientos, mi amiga que me conecta con el mundo cada vez que lo necesito y escribí por primera vez ese nombre, después de tantos años, esta vez en un diferente tipo de buscador: Mercado Libre.

No recuerdo las que salieron, pero aparecieron algunas. Y mi emoción a medida que las veía y que veía que sus precios no eran tan inaccesibles. Facebook me recordaba que trece años atrás había escrito una lista con algunos aspectos que me definían. Uno de ellos decía "No me quiero morir sin antes haber tenido, al menos, una Living dead doll" Sonreí, porque fue como reencontrarme con aquel pequeño (no tan pequeño eh, pero bueh, digamos que tardé en madurar) que creía que jamás iba a trabajar y conocer el placer de "mimarse a uno mismo dándose los gustos" Aquel fue el comienzo de todo, fue pensar: Voy a hacerlo, voy a gastar en algo que no sea ropa o cosas vitales. Somos seres humanos ¡Claro que creamos nuestras propias necesidades! Somos caprichosos por naturaleza, nos rodeamos de las cosas que nos definen ¡Y esperé tanto por esto!" 

¿Por qué este blog se llama así? Simplemente porque hoy día me define mucho mi trabajo, mi pasión, soy profesor de Prácticas del Lenguaje y Literatura en escuelas secundarias. Es mi pasión principal, y mi relación con mis alumnos me permite darme a conocer de la forma más transparente sin miedo a los prejuicios. Ellos conocen mi afición por las Living dead dolls ¡Y les encanta! Me conocen como el profesor "de los muñecos de terror" y muchos de ellos siempre están preguntándome si voy a comprarme uno nuevo o si tengo alguno en mente (incluso también colegas, me preguntan) Siempre les respondo lo mismo: ¡Me encantaría! Pero vivimos en un país donde es muy complicado conseguir piezas importadas o cuyo valor está muy por encima de nuestra moneda ¡Es tan difícil! Es por eso que me las rebusco para siempre encontrar la oportunidad de que la vida me cruce con alguna de ellas ¡Y voy a tratar de no perderme ninguna! Los invito a acompañarme en este recorrido fascinante, que siempre me trae nuevas sorpresas,nuevas anécdotas y nuevos "hijos" a esta familia que, deseo, siga creciendo.